-No trabajes, quédate aquí sentada conmigo en vez de trabajar.
La hormiga no le hacía caso y la cigarra seguía cantando. La hormiga trabajaba mucho.
-Trabaja, si trabajas en verano te lo agradecerás en invierno- decía la hormiga.
La cigarra siguió sin hacerle caso.
Cuando llegó el invierno, la cigarra se estaba muriendo de frío, mientras las hormigas bailaban felices y con la despensa llena de comida. A las hormigas les dio pena de la cigarra y la dejaron entrar en su hormiguero. La cigarra aprendió a ser trabajadora y ayudaba todos los veranos a las hormigas.