Un día mis amigas y yo decidimos entrar en una casa abandonada que había en el bosque. Era una casa muy vieja que se caía a pedazos y estaba llena de enredaderas subiendo por sus paredes. Decidimos entrar, ya que esa casa nos gustaba mucho. Cuando entramos, de repente, se cayó una viga. La viga partió la casa en dos; Paula y Noelia quedaron a un lado de la casa, y Eva y yo al otro. Decidimos separarnos para ver toda la casa. Eva y yo nos metimos en un patio enorme con muchas plantas y una fuente; y Noelia y Paula fueron a ver unas escaleras que estaban por la entrada. Eran de madera con los peldaños largos, y cada vez que se pisaban se oía un chirrido. Eva y yo escuchamos un estruendo; se habían caído Paula y Noelia. Nos llamaron a gritos y nosotras salimos corriendo, saltamos la viga y fuimos a ayudarlas. Cuando llegamos, vimos algo brillar, nos acercamos y era un tesoro. Junto al tesoro había un papel en el que ponía:
Soy la sirvienta de esta casa y sólo tengo 10 años, aprendí a leer y a escribir yo sola. Quien esté en esta casa y haya encontrado el tesoro que salga, por favor, corre un serio peligro, porque esta casa es misteriosa y no se sabe lo que puede pasar en cualquier momento.
Nosotras no hicimos caso y seguimos recorriendo la casa, empezaron a caerse las paredes una tras otra y todas salimos corriendo. Cuando salimos de allí, vimos una sombra que nos saludaba a la vez que se escondía. Nosotras nos fuimos por nuestro camino. Miramos hacia la casa y parecía que había pasado un tsunami, estaba toda la casa destrozada.
Al siguiente día fuimos a verla y estaba como si el día anterio no hubiera pasado nada. Desde ese día la llamamos la casa misteriosa.
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